24.5.07

al fin



Allan Holdsworth, Home, Metal Fatigue, 1985.

Y ahora si me permiten me voy a festejar haciendo algo que me gusta.

23.5.07

¿Dónde está mi herencia judía? ¿Está tan profundamente enterrada que no aparece sino en ocasiones especiales y, por tanto, la desconozco como tal y la considero otra cosa? ¿O está tan a flor de piel que ni la veo y los demás no se toman la innecesaria molestia de hacérmela notar? ¿O en algún lugar intermedio que desconozco? ¿O acaso carezco de ella?

21.5.07

No vamos a decir que disfrutamos, pero en general tampoco solemos pasarla mal cuando vamos al dentista. Por eso no está bueno que porque aún estés dormida no nos apliques la anestesia en forma óptima. Ni que por haber comenzado media hora tarde te apures y ataques con el torno antes de que haya tomado completamente. Porque nos duele, ¿sabés? Nos duele; la reputísima madre, NOS DUELE MUCHO!!! Y no está para nada bueno que estés tan demasiado buena; tener tus ojos claros en la punta de la nariz, calentarnos con tu flequillo porno*, intoxicarnos con tu mezcla de olores matinales** y sentir sobre el pecho la presión de tu categórico par de tetas.

No, en serio, no la estamos pasando bien.

* Agradecemos a Lola su permiso para utilizar el concepto flequillo porno, que nos obsesiona desde hace meses. Lola, te admiramos exageradamente, sabélo.
** A uno de los cuales
nos hemos referido en su oportunidad.

17.5.07

la única verdad es la sensación térmica

¿Cien metros es cerca o lejos? Una cuadra es nada si hablamos de la ubicación del bar que más nos gusta en toda la ciudad. Pero si se trata de la distancia que nos separa de la anhelada boca de nuestra amiga, diez mil centímetros resulta una extensión insoportable. ¿Un año luz es cerca o lejos? También depende. Es imposible entender la enormidad que tal medida supone, pero si nos referimos incluso a la distancia de la estrella más cercana -a excepción del Sol, por supuesto- un año luz es poca cosa.

Cercanía y lejanía -y no la distancia, "objetivamente" cuantificable- son entonces conceptos que se refieren a nosotros: algo está cerca o lejos según nuestro interés por ello. Pero parece haber una diferencia entre los ejemplos del párrafo anterior. En el primero -con ciertas reservas*- cien metros es una distancia fácilmente transitable por cualquier ser humano en cualquier circunstancia, mientras que recorrer un año luz parece escapar a toda posibilidad imaginable.

¿A qué viene esto? Parecerá un tema menor pero aseguro que, bien mirado, no lo es**. Primero una noticia: la sensación térmica no es un invento argentino. Y luego un problema: mediante dicho índice se pretende cuantificar lo incuantificable, objetivizar lo subjetivo, y ya sabemos que el intento está destinado al fracaso. Pero los físicos, y no sólo ellos, están equivocados si piensan que expresar la sensación térmica en grados Celsius es un fraude a la temperatura. De ésta contamos con una medida objetiva, pero sólo la otra es útil, por analogía, para nosotros. ¿Cómo podríamos de otro modo calcular variables tales como la temperatura, presión, humedad, diferencia de la velocidad del aire entre los 1,50 m. y nuestra propia altura, la forma de nuestra cara, la longitud de nuestra nariz, etc., cuando lo que nos interesa determinar es el índice de indumento, es decir qué carajo nos vamos a tirar encima hoy?


* No es lo mismo recorrer cien metros por los bosques de Palermo que escalando el K2.
** Si bien no me ocuparé de señalar sus conexiones con múltiples cuestiones de hondo contenido humano.

14.5.07

Oh, Starbuck! it is a mild, mild wind, and a mild looking sky. On such a day- very much such a sweetness as this- I struck my first whale- a boy-harpooneer of eighteen! Forty- forty- forty years ago!- ago! Forty years of continual whaling! forty years of privation, and peril, and storm-time! forty years on the pitiless sea! for forty years has Ahab forsaken the peaceful land, for forty years to make war on the horrors of the deep! Aye and yes, Starbuck, out of those forty years I have not spent three ashore. When I think of this life I have led; the desolation of solitude it has been; the masoned, walled-town of a Captain's exclusiveness, which admits but small entrance to any sympathy from the green country without- oh, weariness! heaviness! Guinea-coast slavery of solitary command!- when I think of all this; only half-suspected, not so keenly known to me before- and how for forty years I have fed upon dry salted fare- fit emblem of the dry nourishment of my soul!- when the poorest landsman has had fresh fruit to his daily hand, and broken the world's fresh bread to my mouldy crusts- away, whole oceans away, from that young girl-wife I wedded past fifty, and sailed for Cape Horn the next day, leaving but one dent in my marriage pillow- wife? wife?- rather a widow with her husband alive? Aye, I widowed that poor girl when I married her, Starbuck; and then, the madness, the frenzy, the boiling blood and the smoking brow, with which, for a thousand lowerings old Ahab has furiously, foamingly chased his prey- more a demon than a man!- aye, aye! what a forty years' fool- fool- old fool, has old Ahab been! Why this strife of the chase? why weary, and palsy the arm at the oar, and the iron, and the lance? how the richer or better is Ahab now? Behold. Oh, Starbuck! is it not hard, that with this weary load I bear, one poor leg should have been snatched from under me? Here, brush this old hair aside; it blinds me, that I seem to weep. Locks so grey did never grow but from out some ashes! But do I look very old, so very, very old, Starbuck? I feel deadly faint, bowed, and humped, as though I were Adam, staggering beneath the piled centuries since Paradise. God! God! God!- crack my heart!- stave my brain!- mockery! mockery! bitter, biting mockery of grey hairs, have I lived enough joy to wear ye; and seem and feel thus intolerably old? Close! stand close to me, Starbuck; let me look into a human eye; it is better than to gaze into sea or sky; better than to gaze upon God. By the green land; by the bright hearthstone! this is the magic glass, man; I see my wife and my child in thine eye. No, no; stay on board, on board!- lower not when I do; when branded Ahab gives chase to Moby Dick. That hazard shall not be thine. No, no! not with the far away home I see in that eye!*


* Herman Melville,
Moby-Dick, Bantam Books, New York, 1987; ch. 132 "The Symphony" pp. 491/92. Ilustraciones por Patrick Benson.

9.5.07

Al igual que cualquiera tengo mis blogs predilectos, y aunque no los enumere expresamente todos saben cuáles son. Sin embargo, contra mi costumbre y porque pintó, hoy quisiera destacar y recomendar dos de ellos, bastante diferentes pero muy buenos ambos: ¿Qué estás buscando? y Lorem Ipsum.

Listo, era eso nomás.

7.5.07

Yo me pregunto qué me habrá estado o seguirá afectando más: mi viejo vivo, mi viejo desaparecido o mi viejo muerto.

3.5.07

Lo que sucede es que parece que (recién) ahora estoy en condiciones de construir un relato con sentido de lo hecho y acontecido en estos dos últimos años -por poner un término totalmente caprichoso-, y que ello sería indispensable si quisiera imaginar un relato de lo por hacer y por venir, lo cual hasta el momento me había sido negado.

La historia narrada dice el quién de la acción. La identidad del quién no es ella misma más que una identidad narrativa. Sin el recurso de la narración, el problema de la identidad personal está, en efecto, condenado a una antinomia sin solución: o bien se piensa en un sujeto idéntico a sí mismo en la diversidad de sus estados, o bien se sostiene que este sujeto no es sino una ilusión sustancialista.*

Marta, esto también es un efecto de la narración.

* Paul Ricœur, Tiempo y narración, I. Configuración del tiempo en el relato histórico, Siglo XXI, México, 1995, p. 30.