Barstoneworth, marzo de 1935.
Un sábado por la tarde, mientras sacude los felpudos en la vereda de su casa, Mrs. Ottershaw se da cuenta de que el equipo local de football ha perdido por enésima vez. Le dice a su hijo que salga a caminar y no vuelva al menos por una hora; luego entra a la casa y comienza a esconder cada uno de los objetos de valor. Al rato llega un sombrío Mr. Ottershaw y, como quien celebra una ceremonia que de tan repetida ha perdido cualquier sentido, comienza a destrozar todo cuanto encuentra a su paso. Puertas, muebles, cristales; nada se salva de la furia de Gordon Ottershaw. Eventualmente su esposa advierte que no ha llegado a guardar el viejo reloj de mesa que preside el hogar a leños; corre hacia él y lo defiende con sus brazos, arrebatándoselo así a su esposo. Mr. Ottershaw cede entonces en su frenesí destructivo y comienza a sollozar, se lleva las manos a la cabeza y se queja con amargura del humillante 8 a 1 que Denley Moor FC le asestó a Barstoneworth United. Conmovida por el dolor de su marido, Mrs. Ottershaw se le acerca lentamente, lo mira a los ojos por unos segundos, y le ofrece el reloj*.
Yo creo que eso es amor.
* El reloj termina en la calle, hecho trizas.
Relato libre de los 5 primeros minutos de Golden Gordon, Ripping Yarns Episode 8, 1979.